Anécdota del día histórico de la firma:

El almuerzo estuvo marcado por un torrencial aguacero que amenazó con hundir lo pactado en La Habana entre dos férreos enemigos, los mismos que hoy se aprestan a estrechar sus manos en el esperado Acuerdo Final en Cartagena.

En la ruta hacia el Patio de Banderas, el amigo internacional sumergió sus botines en el agua, cosa que al cabo de unos 35 pasos le significó dejar en el pavimento la suela izquierda. Ante el afán y la imposibilidad de resolver en el acto, llamé a un amigo que venía en camino para que le prestara un par, asintió y se dispuso a sortear los controles policiales. En uno de ellos, un policía le preguntó que para dónde llevaba esos zapatos, el amigo, vestido con fino traje de sastre londinense, atinó a sonreír entre avergonzado y cómplice y musitar:

-"Son para mi novia."

- El uniformado acotó: "carajo pero es tronco de vieja patona", así, entre risas, lo dejó pasar.

Mientras nosotros lo esperábamos al pie de la entrada, otro compañero cumplía con convicción la misión de guardar los 4 puestos.

El compadre internacional, fumaba un tabaco mientras el mensajero nos amagaba con lanzar los zapatos desde el otro lado. Ya adentro, el tipo estrenó su nueva adquisición, echando a andar con swing de payaso, toda vez, que los zapatos eran 3 tallas mayores que la de su medida. De esta forma, logramos hacernos a una privilegiada ubicación al frente de la tarima.

Aquí esperamos a que Juan Manuel Santos y Timoleón Jiménez hagan su aparición para sellar esta guerra de 52 años.