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Entre el júbilo y la violencia.

El día de anteayer, el país entero se despertó con la expectativa de apoyar a la selección Colombia ante Perú, con la victoria se daba un paso importante en el camino hacia Brasil 2.014.


En Barranquilla, ciudad sede de la tricolor, cambió el sol inclemente de los útimos días por nubes oscuras y grises, tal vez, en duelo por el asesinato de dos conductores de buses el día anterior a manos de las mal llamadas bandas criminales (grupos paramilitares).


El júbilo que transmitían las medios de comunicación con sus muy maquillados presentadores calentaban la llegada de la hora clave: 3:30pm. Los titulares amenazaban a Perú, no tanto por el talento colombiano, sino por el abrasador sol barranquillero que bordea para esa hora los 40 grados centígrados.


Así las cosas, la mirada estaba concentrada en el encuentro, en el partidazo que se disputaría en el “Metro” –como lo llamamos en La Arenosa. Los fanáticos que llegaban desde todos los rincones del país encontraron serias dificultades para hacer su arribo al estadio: Bloqueos y protestas en las vías.


Los conductores de las empresas Coochofal y Sobusa desde tempranas horas taponaron con sus buses las principales arterias de la ciudad, con el objeto de exigir a las autoridades que cumplieran con sus funciones y responsabilidades, pues este gremio es uno de los más afectados por la delincuencia común y las extorsiones.


Sobusa es la empresa que más utilizo, pues, pasa por el frente de mi casa y me deja en la entrada de la Universidad, uno es víctima de sus atropellos e irresponsabilidades –por la guerra del centavo y los tiempos- y testigo a la vez de la tensión que cargan los choferes desde que comienza el día hasta que finaliza. Si uno calcula que su jornada comienza a las 6 am y termina a las 6pm (por ser cautos en las cuentas) hablamos de 12 horas de trabajo continuo, entre aceleraciones, frenos, sobrepasos, timbres, frenadas, cobro del pasaje, entrega del vuelto y las respectivas corridas de madre, así durante 12 horas, sin mencionar el calor insoportable de la metrópolis caribeña. Si se mira bien el asunto, en la cadena de víctimas tienen su lugar bien ganado.


Uno de los conductores fue ultimado a las 10 pm, cuando terminaba su jornada y se disponía, imagino yo, a ir a su casa, saludar a su familia, cenar y descansar para la jornada siguiente para antes de iniciarla dejar las monedas suficientes para sufragar los gastos de comida y transporte de esposa e hijos.


Me sorprendió por un momento, ver en una de las fotos de las redes sociales al Gobernador Segebre tratando de hacer de mediador entre los protestantes para desbloquear las vías, pues, más importan las vías destaponadas que la vida de dos personas trabajadoras. Este Gobernador es más pose que voluntad, miren a la Universidad del Atlántico.


La lluvia comenzó y de paso las especulaciones sobre sus posibles causas, las más recurrentes se referían a los rituales incas para enfrentar en igualdad de condiciones al combinado patrio.


Iván René Valenciano, El Bombardero, al ser requerido por la prensa ante la “fatídica” precipitación, respondió tranquilo, con sobrada autoridad, que “eso no era problema, que al contrario, eso favorecía a Colombia por el fogaje que emanaba del gramado”, para los cabalistas significó un alivio.


Arrancó el encuentro, la emoción aumentó y la venta de cervezas igual, en bares, tiendas y estaderos.


Perú demostró de salida la personalidad con la que llegó a disputar el partido, presión en defensa y fuerza en el ataque, contrastaba esto con la pinta de Markarián, en bermudas y cachucha de hombre araña.


Colombia, marcada por la necesidad del triunfo y la afición, mostró desorden en el medio campo partiendo al equipo en dos, por fortuna, un penalty a los 12 minutos abrió la puerta de la calma, ¡gol del Tigre Falcao!


El transcurso del primer tiempo se caracterizó por el empuje de ambos equipos, Perú tuvo dos opciones claras de gol, un tiro libre en el palo y un cabezazo mal dirigido a las manos de Ospina. Antes de terminar, el esférico le cayó a Armero y como nunca centró bien, el balón picó y con categoría Teo definió, el hijo de Curramba, el hijo de Rebolo, ¡el Hijo del Junior!


Así nos fuimos al descanso.


Análisis iban y venían, Argentina y Ecuador empataban en simultáneo en la altura de Quito.


Segunda parte: sin cambios, pero si con un reajuste táctico nacional, Aguilar apretó el medio, Cuadrado se proyectó más y entregó el balón sin extravagancias, McNelly se aplomó y estuvo más seguro, Teo reforzó el medio yendo y viniendo y Amaranto no la embarró, gracias a Dios.


Digamos en resumen, que en el complemento se mostró más el fútbol por parte nuestra, hubo más orden táctico, toque y gustosidad en el ataque, pudimos ampliar la diferencia pero no tuvimos la fortuna, así concluyó el encuentro, entre vitoreos, aplausos y abrazos por el pie que tenemos dentro de Brasil 2.014.


Ayer continuaron las protestas de los conductores de buses y las denuncias acerca de las extorsiones que las mal llamadas Bacrim vienen desplegando no sólo sobre éste gremio sino en buena parte de la geografía comercial del distrito.


Antes del almuerzo, escuchaba en Caracol Radio a un conductor que denunciaba la oferta que estos grupos armados tienen en pie para saber que no están jugando: 1 millón de pesos por conductor que se atreva a salir a trabajar, al peor estilo de Pablo Escobar.


Para culminar, me sobrevienen varias reflexiones:


Tuvo que coincidir el asesinato de los dos conductores con el partido de las eliminatorias para que la ciudadanía abriera los ojos entre comillas sobre la grave situación de violencia que padecemos.


¿Qué sucede con las autoridades locales y departamentales que tienen a su disposición una de las fuerzas militares mejor dotadas del continente? La efectividad no se mide solamente en bombardeos efectivos y noticias espectaculares sobre los éxitos en la lucha contrainsurgente, se miden en la seguridad que transmitan en hechos reales a la ciudadanía.


¿Qué pasa con la Barranquilla Floreciente para Todos de la que nos habla la pulquérrima Alcaldesa, no se dan cuenta o es que no quieren ver que la ciudad huele a podrido por la sangre que está corriendo como ríos?


Me da escozor que mientras nos sobrecogemos de felicidad por la cercanía al mundial de Brasil, no se haya dedicado una sola nota de solidaridad, una expresión de apoyo a las familias de los dos conductores asesinados y todo el gremio de conductores que están entre la espada y la pared, pues, si no trabajan no comen ellos y sus familias y si lo hacen es a riesgo de sus propias vidas.


Y la última, Barranquilla está floreciendo, es cierto, pero el abono lo da la sangre de los jóvenes que asesinan en los barrios a diario y el fruto lo recogen las 3 familias enviadas por la divina providencia a ser dueñas de lo divino y lo humano.


El saldo: Triunfo tricolor, dos conductores asesinados, dos personas asesinadas mientras veían el partido, una alcaldesa de gira por Londres y un gobernador muerto de la risa.


¡Lindo panorama!



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